![]() |
Mark Twain, en la suite de honor del GHI |
Si Macedonio
Fernández lamentó no haberse encontrado en GHI con su viejo amigo Ramón, lo
mismo dirá cuando sepa que solo una semana después de su ida estuvo entre
nosotros Mark Twain, acompañado de su esposa Olivia y de su detective Darley,
que quería aprender de Marlowe y Clouseau algo más de su profesión, aunque al
final ocurriera a la inversa.
Mark Twain, tras
una apacible estancia en Arlés, zarpó del puerto de Marsella el martes pasado
para llegar al atracadero de GHI este viernes, siempre a bordo de su barco
personal “Sirena del Misisipí”, que comanda el piloto sonámbulo Mr. X.
El fundador
continuo de GHI, señor Bertholoff, aprovechó para que Mark Twain inaugurara la
sala de billar de GHI (modalidad chapolín), que pasa a ser desde ahora la más lujosa del mundo.
![]() |
Mark Twain hizo carambola en la partida inauguradora |
Tras ser
presentado por el célebre boxeador Jack Johnson (quien permanece aún en nuestro
hotel), Mark Twain impartió una conferencia deliciosa, de la que comenzó
diciendo que, aunque por lo general tardaba más de tres semanas en preparar un
discurso improvisado, esta vez era tal su satisfacción que solo había demorado
quince segundos. Disertó durante media hora (sin que nadie no ya se durmiera
sino ni siquiera bostezara) sobre su árbol genealógico, sobre las carreras de
barcos en sus tiempos del Misisipí (trazando una vívida semblanza de su
maestro, el veterano piloto Horace Bixby), sobre Tom Sawyer y Huckleberry Finn
y sobre el estado caótico del mundo. Quizás el momento cúspide de su entretenida
charla, aquel en que de veras pasmó al auditorio, fue cuando describió cómo se
lleva a cabo la lectura minuciosa del río, casi como si este fuera un libro.
A los postres
del banquete ofrecido por nuestra gerencia, Mark Twain regaló al señor
Bertholoff dos cajas de Partagás (lusitanos y culebras), un oporto embotellado
envuelto en telarañas estratificadas –cada uno de los estratos representando
una generación– y un eco que se trajo de las montañas de Georgia y que se
repite cuatro veces. Nuestro Gerente le expresó su agradecimiento con palabras
tan inflamadas que Mark Twain, visiblemente emocionado, dijo que suponían para
él mayor satisfacción que la reciente concesión del doctorado honoris causa por
la Universidad de Oxford.
![]() |
Mazo de "culebras" |
Ciertamente, fue apabullante cómo el señor Twain habló de las aguas del Mississippi. Casi que podía haber colgado el sombrero de mis ojos, de lo salidos de las órbitas que se me pusieron.
ResponderEliminarEstuve entre los afortunados a quienes nuestro gerente ofreció cigarros habanos y puedo testificar la superioridad de los culebras sobre los lusitanos, aunque estaban ambos excelentes. Mr. Twain no da gato por liebre.
ResponderEliminarMenos mal que llegó don Mark. Los recepcionistas de GHI se estaban relajando demasiado por falta de una figura importante entre los invitados y, faltando a sus obligaciones, se estaban aficionando demasiado al parchís.
ResponderEliminarAdmirable la conferencia de Mark Twain. Cada vez está más jovial. Aproveché para recorrer el Gran Hotel, que sin duda no tiene parangón. Nada hay en el orbe más luminoso y cristalino. Lo que más me gustó fue la sala de los pasos perdidos y el robledal, aunque haya actualmente demasiado ajetreo con los preparativos fílmicos. Vine de Madagascar solo para acudir a esta conferencia, deslumbrarme con los espacios de su Gran Hotel y ver in situ a su famoso supergerente. Una experiencia inolvidable. Como único defecto, encontré un poco caro el precio de los helados.
ResponderEliminarCoincido en lo de los helados. Creo que se aprovechan de que son muy buenos. Mis favoritos son los de vainilla y turrón con gofio.
ResponderEliminarNuestros helados nos llegan de la Peña La Vieja (Las Palmas, Canarias). Vamos a bajarles el precio hasta que empiece a llegarnos la remesa especial para GHI, sin aditivos ni colorantes.
Eliminar¡Señores! ¡Un poco de seriedad! ¿Cómo puede una información tan relevante como la de un personaje tan ilustre como Mark Twain en GHI degenerar en una disputa sobre el precio de los helados?
EliminarPues si se puede hablar de helados a mí me gustaría hablar de moda. ¡Cómo es la gente! Apenas han pasado 48 horas desde que se registrara en nuestro hotel un nuevo huésped de honor y ya tengo una cola de más de 100 clientes por fuera de la Barbería de GHI para que les ponga un bigote a lo Mark Twain. Y los más exigentes y quisquillosos son las señoras encopetadas.
ResponderEliminarAprovecho para felicitar a nuestro barbero, que está perfectamente equipado. Me cuentan que don Bertholoff se lo trajo del Misisisipí para hacerle la barba diariamente y que es un gran percusionista de navaja.
EliminarNo entiendo nada. Acabo de consultar la wiskipedia y dice que Mark Twain nació en 1835 y falleció en 1910. ¿Cómo se come eso?
ResponderEliminar¡Mira que eres cretino! ¡A estas alturas consultando la "wiskipedia"!
EliminarEvidentemente, urge elaborar una Enciclopedia Insolación.
EliminarAprovechamos para dar una noticia que nos ha comentado hoy Mr. Mark Twain, quien sigue de cerca todas las novedades de su país.
ResponderEliminarLos trabajadores de un hotel de Colorado han tenido, durante algunas horas, una visita excepcional. Un oso se ha colado dentro del hotel y sin ningún tipo de reparo, ha dado un paseo por la recepción y ha caminado a sus anchas por una de las alfombras. El vídeo fue grabado por uno de los empleados del hotel, que decidió colgarlo a la red social Facebook. En menos de 24 horas, la publicación de las imágenes ha acumulado más de 700.000 visitas, lo que tampoco es mucho si lo comparamos con las que tiene nuestro blog:
https://www.bbc.co.uk/news/av/world-us-canada-45300970/bear-roams-the-shining-hotel-in-colorado
Pero lo sorprendente es que Mr. Mark Twain ha sabido por sus propios medios de información que en realidad el oso le había dicho al taxista que lo llevara no al hotel Stanley sino al Gran Hotel Insolación, atraído por su famoso robledal y por la presencia entre nosotros de su ilustre paisano.
Quien lo ha lamentado es nuestro barbero, que quería hacerle un afeitado artístico.