El noveno viaje de Simbad el Marino


La pasada semana, GHI se engalanó con una visita inesperada y sensacional.

Desde el faro de nuestra playa recibimos en centralita el aviso de que se dirigía hacia el muelle una gigantesca ballena azul. A los pocos minutos, un telegrama nos informaba la llegada del aventurero marino Simbad, que llegaría a lomos de una ballena. De inmediato, nuestro Gerente ordenó dragar el muelle para aumentar su calado y facilitar la entrada a tan ilustre huésped.

Simbad se hospedó en uno de los cuartos que tenemos en nuestro vapor de ruedas, el “New Orleans 7”, concretamente en el cuarto Lilly Belle, cuyas paredes están forradas de grandes acuarios. Se le brindó una cena de lujo, con las gaviotas picoteando en las vidrieras de la cúpula del gran salón dorado. Simbad elogió sobre todo las butacas en forma de concha marina.

Al día siguiente, Simbad, que venía cargado de mercaderías, montó en la plazuela de GHI un mercadillo de piezas orientales (alfombras voladoras, lamparas maravillosas, rollitos de primavera), que resultó un éxito de público.

Mr. Hackenbush, quien venía un poco sonado tras un ruidoso mitin, se empeñó en cobrarle un impuesto, hasta que las explicaciones pertinentes de Lady Hackenbush lo disuadieron. (–¿Pero no te das cuenta de que este es el legendario Simbad el Marino? –¡Pues para mí como si es el mismísimo Popeye! –¿Pero no te das cuenta de que tu campaña se va a arruinar si te pones a cobrarle impuestos hasta al gran Simbad el Marino? –¡Razones, querida! ¡Preséntame a tan fabuloso personaje!)

Simbad se  quedó deslumbrado con la personalidad de Lady Hackenbush, hasta afirmar que no había visto maravilla igual en su larga vida. Halagada por su verba lírica, Lady Hackenbush le ofreció una danza tras el banquete nocturno, de la que dijo Simbad que la había disfrutado por quintuplicado.


Tal vez el más maravilloso objeto que traía Simbad era un elixir de la juventud, que durante unas horas hace que los viejos vuelvan a tener 20 o 30 años.  Solo él lo puede utilizar a discreción, y de ahí que Simbad tenga siempre el aspecto que puede apreciarse en el cartel cinematográfico con que encabezamos esta noticia, o sea el mismo de sus legendarias aventuras.

¿Quién lo reconoce? Pues sí: es nuestro Gerente
tras beberse una copa del elixir de Simbad.

Casi tan maravilloso es el huevo del ave de Roc que ofreció a nuestro Gerente. A la noche siguiente a su llegada eclosionó, saliendo un pollo que recitó el romance del Infante Vengador. Simbad aún tuvo tiempo para amaestrarlo, enseñándole romances moriscos, y se lo dejó manso a nuestro Gerente, que lo añadió a su colección de loros. Pero habrá que ver si le sale rentable a GHI tener esa ave a su cargo, por lo onerosa que van a resultar tanto su manutención (un huésped diario, al menos) como la previsible ampliación incesante de su jaula debida a su rápido crecimiento.

Simbad el Marino considera que este viaje contará como su noveno y último, y que así lo inmortalizará por escritos de pergamino cuando llegue a palacio. Recuérdese que su octavo viaje fue objeto de un relato sinóptico enviado para su publicación exclusiva en nuestra revista Penumbra, relato que a la sazón produjo impacto mundial. El Almanaque Insolación lo reproduce en la página 36. Ahora, Simbad nos ha rogado mantener en secreto durante unos días la historia de sus nuevas aventuras viajando a GHI y pasándose aquí tres días “que no han podido ser más excitantes y excepcionales”.

La pelirroja esposa del ilustre huésped
quedó prendada de las grutas de nuestra playa

Comentarios

  1. Durante mis aventuras por Oriente, conocí a los gigantes tuertos caníbales, los caballos marinos, el valle de diamantes y el cementerio de elefantes.
    También, junto a Masrur, el jefe de los eunucos, acompañé varias veces al califa Harun-Al.Raschid en sus salidas nocturnas (¡una vez con el resultado altamente cómico de que me tomaron por él!).

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  2. ¡Y a mí que me da que este Milpessoas es un Miltroleros!

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  3. ¡Cualquier día aparece Gulliver por GHI!

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  4. Fue un placer cumplimentar a mi colega Simbad.

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  5. ¡Admirable ese elixir de don Simbad! Fue cosa de segundos ver transformarse al señor Bertholoff. Incluso su cigarro habano se convirtió en una cachimba. Solo se conservaron la mirada perspicaz y los mofletes.

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  6. Haciéndose eco de esta noticia sobre el noveno viaje de Simbad, el presidente de la UNESCO me advierte, en un correo llegado anoche a mi bandeja de entrada, que está obligado a imponer a todas las bibliotecas, librerías, agencias de viajes, etc., una modificación del título de la inmortal obra Las mil y una noches. No obstante, deja en manos de la gerencia de GHI informar del número exacto de noches que el popular marino pasó en sus instalaciones para que se pueda sancionar el nuevo título en el primer Congreso Mundial de Autores Anónimos que se convocará algún día en algún sitio. (También demanda que se mantenga al margen el “apandador” de GHI.)

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    1. Este señor es lo que yo llamaría una mosquita muerta. Primero se apropia del discurso de las cabras majoreras. Y ahora, con la excusa de que va a ser el comisario del Congreso de Autores Anónimos, seguro que terminará declarándose el autor del Cantar de Mio Cid.

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    2. ¡Atención todos!
      El día que entrevisté a Simbad el Marino, al dirigirme a la centralita de GHI, me encontré con un papel caído en el suelo que, siguiendo mis hábitos cervantinos, recogí para leer. Cuál sería mi sorpresa al descifrar (el papel estaba muy pisoteado) lo siguiente:

      “El pasado 21 de marzo se celebró el día mundial de la poesía. No queriendo estar al margen del mundo, GHI convocó a casi 5.000 poetas venidos de todas las latitudes para celebrarlo en sus instalaciones. Para ser más exactos, 4.990; las diez últimas localidades que completaron el aforo de nuestra Sala de Proyecciones fueron ocupadas por diez jubilados despistados cuya sordera los desvió de su destino al lado de uniformes y sotanas hacia el encuentro con las musas.
      Todavía no está muy clara la razón de por qué, apenas iniciada su inauguración, el público asistente se convirtió en una turbamulta desaforada que, primero, arrancó las butacas y las lanzó contra el escenario después. No teniendo a mano nada más con lo que desahogarse, los 4.990 poetas salieron en tromba por los vomitorios de la Sala de Proyecciones mientras daban alaridos, recitaban versos del Marqués de Santillana o coreaban el nombre de algunos poetas prerrománticos. Entrevistados después, los diez jubilados declararon con asombro cómo los improvisados zapadores se frenaron de pronto al llegar a los jardines, donde los esperaba un señor que dijo llamarse José Duna y que «con un megáfono en mano los amansó hablándoles de las bondades terapéuticas de la policía».”

      Yo sospecho que se trata de una noticia que se iba a publicar en el “Noticiero primaveral” y que por alguna razón ignota acabó extraviándose. Lo doy a conocer como nueva guinda a la vida y milagros recientes de este gran poeta pero equívoco personaje, José Duna.

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    3. Yo también estuve en esa trifulca y de lo que habló José Duna para aquietar a esos locos fue de "las ciudades telepáticas de la China", y no de lo que dice ahí en la noticia, eso de "las bondades terapéuticas de la policía".

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  7. En efecto, hubiera sido mejor que Simbad se llevara el ave de Roc, ya que está causando estragos irreparables en el Hotel, a pesar de que los huéspedes extravagantes que aquí abundan la encuentren divertida. Ojalá se hubiera marchado montado en ella en lugar de sobre la ballena. Lo que menos me gusta son sus dos cabezas.

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    1. Ese problema está resuelto, ya que esta medianoche el ave de roc, que ya ha crecido suficientemente como para tener algo de seso, zarpará hacia el Lejano Oriente llevando en sus garras un elefante de circo que nuestro Gerente ha robado para regalarlo a nuestro amigo Simbad, quien lo soltará en sus posesiones selváticas.
      En cuanto a la noticia de José Duna, en efecto se nos había extraviado, seguramente robada. Gracias a nuestro fiel visitante, Joven Argonauta.

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    2. ¿Ya se fue Simbad? Pues que sepa Bertholoff que desde el Observatorio GHI han avistado una caravana de mujeres (unas 1.600 más o menos), que se dirigen hacia aquí a paso ligero. Se cree que todas puedan ser amores portuarios del irresistible marino. Sus intenciones son del todo desconocidas.

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  8. El Dr. Hackenbush ha prometido hacerse cargo de esta situación ligeramente crítica.

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