80 días


Día 1

Esta madrugada, a esa hora en que los gallos, confusos, no saben si cantan a la última luz de las farolas o a los primeros guiños del sol, nuestros ESGHI han tenido que acudir de urgencia a los muelles, alertados por una denuncia telefónica alegando que el barco la Reina de África había sido secuestrado. A pesar de que, al llegar, todo parecía el producto de una broma orquestada por unos productores de Hollywood que se encontraban por allí de francachela, la noticia ha corrido como la pólvora y ha suscitado ya un titular para la Gaceta de GHI, extraído de las primeras declaraciones de nuestro veterinario: “Menos mal que le había quitado las bujías a la caravana RR”.
Ese vínculo entre la desaparición de la Reina de África y la obstrucción del posible robo de la caravana RR hace sospechar que el ladrón tuvo que haber sido bien José Duna, bien Armando Azar; acreditados pretendientes de la famosa caravana. Sin embargo, conocida la pusilanimidad del pagado-de-sí-mismo poeta, todas las miradas acusatorias recaen en el fuera-de-la-ley y transformista AA.
Interrogados en el puerto algunos ociosos pescadores de lapas, han admitido con perplejidad haber visto a un hombre vestido de manera estrafalaria al timón de la Reina de África, que gritaba al viento mientras se alejaba que iba a dar la vuelta al mundo en 80 días.
  
Día 10


—No, Mr. Hackenbush, nadie ha ofrecido todavía una pista fiable, a pesar del rescate prometido por Vd.
—¿Me está diciendo que el teléfono habilitado para este caso no ha sonado todavía?
—Bueno. Lo que se dice sonar, sí ha sonado; pero lo único que se oye son ruidos.
—¿Qué clase de ruidos? ¿Ha grabado, como le ordené, las comunicaciones?
—Sí, señor. Óigalas Vd. mismo, a ver si es capaz de entender algo.
—“Gongo chungo, congo tongo, tanga canga”.
—¿Cuándo se recibió esta comunicación?
—Hace cinco días, Mr. Hackenbush. ¿No me irá a decir Vd. que le encuentra algún sentido?
—¡Pues claro, atontado! Se expresan en un antiguo dialecto perdido de la lengua kikongo. Están hablando de una embarcación destartalada que sufrió una emboscada en el río Congo, cuya tripulación quedó en paños menores y fue encadenada.
—¿Se tratará de la Reina de África, Mr. Hackenbush?
—¡Y cómo lo voy a saber con esta simple comunicación!
—Aquí tengo más, Mr. Hackenbush.
—¿Pues a qué esperas, muchacho?
—“Brando bronca, brinda bruno, branca brenda”. ¿Y eso qué significa, señor?
—¡Están hablando de la Reina de África, muchacho: la Blanca Brenda! Así la quería rebautizar el maestro Azar. Se la ofrece como rescate a Mr. Brando. 
—¿Mr. Brando? ¿Quién es Mr. Brando?
—¡Pues quién va a ser: Kurtz, el terror de la selva congoleña! Continúa con las cintas, muchacho.
—“Tanta timba, tunda tonto, toma tanda, tromba tumba”.
—¡Vaya por dios!
—¿Qué está pasando, Mr Hackenbush?
—Kurtz no acepta el regalo. Quiere que su prisionero se juegue la cabeza en una apuesta a vida o muerte. ¿Se ha recibido alguna otra comunicación?
—Solo una más, Mr. Hackenbush; de ayer mismo. 
— “Pongo penca, ponga panga, ping pong”.
—¡Qué zorro es el viejo Azar! Le ganó la partida a Brando apostando una penca picuda contra una panga; que, como sabrá, querido muchacho, es un pescado que no se encuentra en esas latitudes congoleñas. 


Día 20

Hallada Reina de África atracada muelles Chinde desembocadura Zambeze. Stop. Sin rastro tripulación. Stop. Autoridades no responden. Stop. Inverosímil pelos hipopótamo incrustados casco embarcación dique seco. Stop. Pitorreo máximo ante comentario posible descenso río salvando cataratas Victoria. Stop. Encuesta pescadores ociosos. Stop. Unos capitán cachimba salacot. Stop. Otros escritor francés 80 jours. Stop. Interesado pista aterrizaje. Stop. Cerrando comunicado chivatazo amotinamiento junto Reina de África. Stop. Misterioso Kankuran solivianta éxtasis multitud. Stop. Tremendo reportaje fotógrafos Ancol y Turaco. Stop. Autoridades temen desmantelamiento embarcación. Stop. Recomendación GHI reivindique propiedad. Stop.
Chinde, Mozambique.
Un corresponsal de Insolación.


Día 30

Estimado Bertholoff Joseph La Menthe,
A mi edad, los amigos que van quedando son pocos. Teniéndolo a Vd. por uno de ellos, le escribo las siguientes líneas que dan cuenta de uno de los episodios más extraños de mi vida.
Ayer tarde, montado en mi antigua ave de Roc, arribó un hombre a mi palacio de Bagdad que se presentó como Julio Verne. Fue muy agradable volver a disfrutar del placer de la conversación, olvidado desde mi noveno y definitivo viaje que, como recordará, hice para conocer la magnífica finca GHI.
Mi interés por el rumor de que la gerencia de GHI ahora la ocupa mi añorada Lady Hackenbush lo descartó como cosa sin importancia; que no había venido a hablar de eso, que lo que le interesaba de verdad era la conferencia de animales parlantes que se estaba celebrando en el zoco de la ciudad, y para allá se fue, casi sin acabar de cenar, guiado por uno de mis criados.
A su vuelta, sin dejar de golpearse la frente, mi criado me contó que era verdad que había una concentración de bichos; que sabían hablar, que el caballero parecía íntimo de todos y que estos no lo llamaban M. Verne, sino Sr. Azar. Él les correspondía saludándolos animadamente, sin equivocarse ni en un nombre: Cheeta, el oso Yogui, Flipper, el gallo Kiriko, la Vaca lechera. Finalmente, quedó hablando largo tiempo con una tal mula Francis. Mi criado lo oyó decirle que tenía que llegar a China antes de diez días, a lo que la acémila se ofreció a llevarlo y servirle de intérprete por el camino. Y para allá, al parecer, marcharon.
Después de tantos viajes por el ancho mundo, amigo mío, me esperaba en mi propia casa la aventura más asombrosa.
Afectuosamente suyo, Simbad el Marino.


Día 40

Buenos días a nuestros oyentes de la Emisora China Internacional. Esta mañana, una insólita noticia solamente: Una mula y un loro charlan animadamente en los muelles de Shanghái. Audífonos El Murciélago. Pruébelos sin compromiso y oiga lo que dicen de Vd. los vecinos del quinto. Sepan, queridos oyentes, antes de mover con desprecio el dial de sus receptores, que se cuentan por miles los testigos que pueden corroborar nuestra información del día. Su resumen, confeccionado con los testimonios de cientos de pescadores ociosos de los muelles de esta moderna ciudad, nos presenta a una mula, llamada Francis, concertando un trato con un loro, llamado Capitán Flint, para que un tal Armando Azar se pudiera embarcar en el velero la Hispaniola con destino San Francisco. Viajes La Paloma. Para los más peregrinos. Reserve su vuelo hoy mismo. Emisora China Internacional, velando siempre por su compromiso con la verdad informativa, ha contrastado lo que se cuenta de estos sucesos ocurridos en los muelles de esta venerable ciudad costera con el testimonio de un tejedor de redes. Nuestro hombre juró por la vida de su madre muerta que todo era cierto y que él mismo los había visto zarpar en ese barco pilotado por un grandullón que se movía más ágilmente con su muleta que el resto de la tripulación.

  
Día 50

Despierte, caballero. Su barco terminará naufragando si no hace algo. El capitán Silver lleva tres días borracho y no se ha enterado aún de que la Hispaniola está encallada en una playa de la isla Lincoln. Debe despertar ahora; abandone su camarote, tome el mando de la goleta, si quiere llegar a San Francisco. Salte del balanceo del sueño. La luna nueva le será favorable: dentro de dos horas, con la marea viva, podrá desembarrancar y reanudar su travesía. No crea que mi voz sea el eco de una de sus pesadillas; le estoy hablando desde su necesario estado de vigilia. Lo que le digo está pasando de verdad; abra los ojos, antes de que sea tarde. No me culpe si a Vd. no lo socorro con algo más; pero me es imposible, después de haber hundido mi Nautilus en una caverna subterránea de esta isla. Por suerte, puedo enviarle estos mensajes mediante impulsos eléctricos que su red neuronal puede captar. Despierte, por favor, evite su ruina. Soñar dormido está bien, pero está mejor soñar despierto, reconózcalo. Contaré lentamente hasta tres y habrá despertado.

  
Día 60

—Atención, atención. Por su seguridad, se advierte a los señores viajeros que deben mantener su equipaje a la vista en todo momento.
—Disculpe, señor, ¿es Vd. vigilante de la estación?
—A su servicio, muchacho.
—¿Podría indicarme dónde están las taquillas? 
—¡Para eso me han puesto aquí! ¿Ve los paneles informativos al fondo de este incomparable hall?, pues justamente debajo.
—Muchas gracias, señor. ¡Espero llegar aún a tiempo!
—Atravesar el hall le va a costar con esas maletas, muchacho. Puede dejarlas aquí; así irá más rápido, mientras yo se las cuido.
—Atención, atención. Hace su entrada en el andén número 1 el tren rápido de California Zephyr procedente de Chicago.
—Un billete para Nueva York, por favor. 
—Son 410 $.
—¿A qué hora está prevista la llegada a su destino?
—Dentro de cuatro días partir de las 12.30 horas de hoy.
—¿Qué hora es ahora?
—Las 12.25 horas.
—Atención, atención. Esta es una llamada urgente para el maquinista de la locomotora La General. Se ruega al maquinista de La General que se presente cuanto antes en las cocheras para poder enganchar la locomotora al tren del homenaje.
—¿Oyes, mamá? La General va a salir ya para Chatanooga. Tenemos que darnos prisa, si queremos ver a papá antes de que el tren efectúe su salida.
—No hace falta que corras, hijito. Tu padre aún estará arrimado a la barra del bar de la estación. No creo que recuerde ni de qué anden sale su locomotora.
—Atención, atención. Última llamada para los pasajeros Julio Verne y Armando Azar con billete para el tren San Francisco-Nueva York. Repetimos, llamada para M. Verne y Sr. Azar; el tren con destino Nueva York está a punto de efectuar su salida desde el andén número 9.
—Disculpe, señor policía. ¿Sabe a dónde fue el vigilante que estaba aquí hace un momento?
—¿Vigilante, qué vigilante?
—Pues un señor con un bigote negro, rectangular, muy grande, gafas redondas y andares de avestruz.
—Sepa Vd., caballero, que las labores de vigilancia de esta estación son competencia exclusiva de la policía.
—Atención, atención. Viajeros con billete para Salt Lake City, Denver, Omaha, Chicago, Pittsburgh y Nueva York tengan la bondad de subir a sus respectivos vagones. El tren Amtrak San Francisco-Nueva York efectuará inmediatamente su salida.


Día 70

Queridos amigos y hermanos en la bienaventuranza. Nos hallamos aquí congregados para celebrar esta ceremonia de acción de gracias por los innumerables dones y beneficios que hemos recibido y seguimos recibiendo. No tengo dudas de que, sea cual sea el credo religioso que cada uno de Vds. profese, están conmigo en que nos ha sido concedida una prórroga, una vez más, para seguir en este mundo. ¿Cómo se podría explicar, si no, que después de descarrilar nuestro tren y de continuar durante casi dos kilómetros fuera de las vías, a punto de caer al vacío sobre el río Rock, sigamos con vida todos sus pasajeros?
Creo, amigos míos, que este milagro se fraguó en el momento en que, según la compañía Amtrack, la antigua locomotora La General comenzó a remolcar, de manera inexplicable, nuestro tren desde San Francisco. Amtrack asegura que esto fue la causa del descarrilamiento; yo, sin embargo, juro que esta locomotora milagrosa fue la que nos salvó, con su inusitada capacidad para rodar sobre terreno sin vías férreas.
Debemos reconocer por lo tanto, queridos amigos, que estos hechos nos revelan que el misterio es intrínseco a la vida. Como también a la muerte, ¿o es que no es un misterio la desaparición de ese viajero que ninguno de los presentes admite haber visto ni tenido de compañero de asiento; cuyo equipaje tampoco parece haber existido, ni su litera, en el vagón cama, haber sido usada; aunque, según la compañía, estaba en el listado de pasajeros? Démonos la mano y meditemos durante un minuto y medio sobre todo ello.
Ahora, antes de despedirnos, descubramos esta placa chapada en oro conmemorativa de los hechos referidos; encargada personalmente por el único de nosotros que no se encuentra aquí hoy: el famoso escritor Julio Verne. Declaramos, en su disculpa, que este caballero tiene justificada justamente su ausencia por estar sujeto a los compromisos contraídos con el New York Times, que financia su viaje alrededor del mundo. Oh, amigos, también ha habido en esto una intervención providencial: resulta que en el pueblo de al lado se estaban rodando las escenas urbanas de un remake de La diligencia; en un descanso del rodaje, nuestro benefactor aprovechó para valerse de los servicios del mayoral y en estos momentos debe de estar en ese legendario carruaje continuando su viaje. 


Día 80

¡Atención!, agentes del ESGHI, les habla su jefe. Las órdenes son claras: Detención de Armando Azar bajo acusación de abordaje y secuestro de la Reina de África. No bien haya descendido de lomos de Moby Dick y puesto sus pies en el muelle, debe ser esposado, trasladado al hospitalito de GHI y atado a la misma camilla donde el caballero Falstaff durmió su borrachera. ¡Atención! La ballena ya está entrando en la bahía de GHI. ¡No se arredren, mis agentes! Si es necesario, sobornen a los pescadores de lapas. Este caballero no se librará de nuevo, por más que vaya a ser recibido en loor de multitudes, que su nombre esté siendo coreado por más de 10000 o que se postule su candidatura para el premio Nobel de 2020.


Comentarios

  1. Es asombrosa la cultura de Hackenbush. Por fin hubiera habido un presidente de gobierno inteligente, de no haberse marchado el antiguo gerente para sus islas oceánicas. Una pena.
    En cuanto a Armando Azar, ha confirmado que es un genio. ¡Burlarse de Kurtz en su propio terreno! ¡Insolación sigue en la cima del mundo, aunque Juan Llampallas haya desaparecido del mapa!

    ResponderEliminar
  2. Hola, soy el soldado Stirling. Me ha gustado mucho la foto de Francis. Hace muchos años que no la veía y está tan jovial como siempre. En agradecimiento a GHI por la alegría que me ha dado, he reservado un par de días en su gran hotel, que es muy famoso en mi país. Good bye!

    ResponderEliminar
  3. GHI nos deja en ascuas. ¿Entró así como así Moby Dick en la bahía insolada? ¿Venía Armando Azar a su lomo? ¿Lograron detenerlo?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No entiendo nada. ¿Pero el otro día no había aparecido muerta una tataranieta de Moby Dick?

      Eliminar
    2. Recuerde que GHI dispone de un amplio repertorio de métodos para la resurrección.

      Eliminar
  4. No creo que GHI detenga a Armando Azar. No lo hizo con Bertholoff La Menthe y tampoco lo va a hacer con Marilyn Hackenbush. Esto no son sino intrigas de ese vigilante de andares de avestruz.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Armando Azar se está acabando de consagrar con todas estas aventuras de la época GHI. Ya se lo compara a Nick Carter, por sus grandes recursos.

      Eliminar
    2. Coincidí con Nick Carter en Praga, cuando resolvió el caso de Adela. Armando Azar, a mi juicio, es más elegante que Nick, pero es cierto que en cuanto a recursos tienen tantos como un gallo de pelea, y es legítimo compararlos.
      Para el anecdotario: yo me indigné cuando Nick me dijo que iba a detener a Adela. Yo pensaba que era una dama, y era contrario a violentar a una mujer. Hasta que me explicó quién era la tal Adela: una planta antropófaga.

      Eliminar
  5. Pero cómo, ¿nadie se ha dado cuenta de a quién se parece el señor de la pata de palo?
    ¿Cada vez dudo más que el ex Gerente se haya retirado a su isla de Tongatapu.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, ya está confirmada su presencia en la isla. El revuelo se ha formado cuando ha visitado al tatuador más famoso de Tonga para contratar sus servicios. Por lo visto le ha encargado un dibujo que le ocupará todo el brazo, y le ha pedido que se lo haga al estilo tradicional. ¡Valiente!

      Eliminar
    2. A mí ese Capitán Silver se me recuerda más a Falstaff. Cada vez veo más confusión en las historias de GHI.

      Eliminar
    3. ¿Alguien se ha enterado de cuál es el tatuaje que se ha puesto el ex Gerente?

      Eliminar
    4. Llevo días estudiando la foto del Capitán Silver. Creo que la pata de palo es postiza, quiero decir que esconde su pierna derecha. Al negro del anillo lo vi una noche arrojando a los tiburones a un cliente de GHI que Bertholoff consideraba un incordio.
      Quizás esa foto haya sido sacada en su viaje a Tongatapu disfrazado de Silver...

      Eliminar
    5. Pues yo insisto en que se trata de Falstaff. Ese saco de tocino, salchicha ambulante y odre de iniquidades es a quien no se le ve el pelo desde que la bella Gerente lo rehabilitó. La respuesta de la identidad de Silver solo la puede tener Armando Azar. Lástima que, una vez zafado de sus perseguidores (¡qué ingenuidad, esperarlo a lomos de Moby!), tampoco se lo vea por ningún lado.

      Eliminar
    6. Tal y como yo suponía, la foto de Silver ha traído cola. Más que a esa anguila llamada Armando Azar, yo le preguntaría a Mil Pessoas, quien sin duda conoce de sobra al infame pirata.

      Eliminar
    7. ¡Claro que conocí a Long John Silver! Yo era amigo suyo de toda confianza, y fui quien recuperó su taberna de Bristol. Con su loro y una cotorra margariteña saqué una línea de loritos fabulosos, que son los más codiciados del planeta, muchos de los cuales están hoy en el bosquecillo de la playa de GHI.
      Pero volviendo a la foto de marras, puedo atestiguarles que ese es Long John Silver, así que déjense de especulaciones. El negro de mirada aviesa es el cuñado suyo. Saludos, y a mandar.
      p.s. No sé por qué lo llaman "infame pirata"; para mí es todo un caballero, y la mayoría de las fechorías que se le atribuyen son vulgares calumnias.

      Eliminar
  6. Ah, de nuevo han tocado mi fibra sentimental. ¡El Nautilus, donde tantas horas apasionantes pasé con mi amigo el Capitán Nemo, rodeados de bellas mujeres a la vez que disfrutando de aquella biblioteca que tenía -voy a revelarlo aquí- ¡libros futuros! Y quizás sea el momento de refutar falsedades que se han dicho y que se han venido registrando hasta en las modernas enciclopedias electrónicas, sobre los hechos y el destino de mi viejo amigo. La historia está por reescribir y voy a ser yo el Quijote de esa empresa.

    ResponderEliminar
  7. Hola, soy Nick Carter, pero prefiero permanecer en el anonimato. La noticia bomba que voy a darles es que, encontrándome en misión rigurosamente secreta a bordo de la Hispaniola, para vigilar las actividades de Armando Azar, pude descubrir que, además de John Silver, viajaban (como polizontes) tanto John Falstaff como Bertholoff La Menthe. Esta es la verdad cruda y dura, por inverosímil que les parezca. Pero a ustedes les corresponde descifrar este embrollo, que bastante atareado estoy yo siguiendo los pasos del hombre-buzo.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario