Tras varias semanas de escasas actividades
en GHI, nos visitó para su actuación de despedida mundial el Príncipe de la
Oscuridad, el Gurú del Vudú, el Salvaje del Rock: Screamin’ Jay Hawkins.
Es una pena que la película filmada por
nuestro especialista, Man Ray, se despedazara a raíz de los bombardeos de Long
John Silver sobre los bungalós de la playa. Por suerte, una versión pirata de
cierta calidad circula ya en la red, aunque con créditos falsos. Se observará
la abundancia de nipones, y es que un crucero de japoneses había atracado unos
días antes en nuestro muelle. Fue precisamente la única japonesa no enloquecida
por la actuación de Screamin’ quien filmó este valioso documento, cuya
referencia damos al pie.
Hemos de decir no sin orgullo (y a pesar de
que detestamos todo orgullo) que fue el propio Screamin’ quien eligió como
escenario de su despedida GHI, atraído no solo por la fama de nuestro hotel
sino gracias también a lo bien que le habían hablado sus amigos participantes
en la gran batalla de jazz aquí celebrada hace exactamente un año.
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La tremenda irrupción de Screamin' |
Screamin’ invitó a 37 de sus hijos y estuvo
a punto de traerse a Louis Armstrong como trompetista, lo que impidió que este
se tuviera que extraer una muela del juicio.
Atacado hace unos días injustamente por el
comentario maligno de un ESGHI, el doctor Hackenbush fue desagraviado
públicamente por Screamin’ en sus declaraciones de despedida: “Tienen ustedes
aquí –expresó– al mejor veterinario del mundo, y al marido más afortunado entre
los de su profesión”. Hackenbush se encargó no solo del cocodrilo con que
Screamin’ suele viajar, sino de los otros siete que se trajo, una vez se enteró
de que GHI dispone, caso único en el mundo, de un estanque donde nadan a su
antojo estos admirables bichos.
Para el anecdotario contaremos que la mano
de sus conciertos salió una de las noches del cuarto de Screamin’, sembrando el
pánico en varios de nuestros cuartos, hasta que la huésped del cuarto 11, con
la calma que la caracteriza, la devolvió a su dueño, quien dormía un
impenetrable sueño resultado de su colosal borrachera con el viejo Falstaff.
Henri solo fumó cigarrillos con tabaco de
los Balcanes reserva Bertholoff. Al igual que Screamin’, Henry sorprendió por
generar siempre buen karma. Ambos disfrutaron de lo lindo con la actuación como
telonero del Mandrake el Mago.
Muy grato por el trato recibido, Screamin’,
en retribución, avisó a su hermano, el avezado bucanero John Hawkins, para que
expulsara de la costa de GHI al malvado Long John, quien tuvo que salir en
polvorosa.
Hank Quinlan se encargó personalmente de la
seguridad de Screamin’ Jay, convirtiéndose en su sombra, hasta tal punto que
Screamin’ llegó a pensar que había engordado cuarenta o cincuenta kilos.
Screamin’ grabó en nuestros estudios el
disco que cerrará su gloriosa carrera fonográfica, con el tema muy actual I put a spell on chinese
flu y la
adaptación de varios poemas de José Duna.
La vi pasada ya la medianoche. Recorría el mostrador de la Recepción, vacía en ese momento. En un principio pensé que se trataba de una tarántula danzarina, pero al acercarme observé que se trataba de una mano autónoma. Conversamos un rato (confieso que sus contorsiones me tenían embelesada), hasta que me pidió que la devolviera a su habitación y así lo hice.
ResponderEliminarEl buen karma que se respira actualmente en GHI se debe a que la seguridad está, de hecho, en manos del flautista de Hamelín. Él consigue, con su flauta, que la gente entre, salga; en masa, individualmente... ordenada y armónicamente. Los vítores y los silbidos también están regulados por este músico mágico. (A Quinlan, una gitana le ha revelado que debe racionar su astucia, dedicándola en exclusiva a la vigilancia de las estrellas GHI.)
ResponderEliminarMe gustó mucho el concierto de don Screamin’, a mí tan acostumbrado a esos ritmos por mis tiempos en la jungla. Me sentí vibrar cuando interpretó “La fiesta del Mau Mau”, ya que yo participé muy activamente en aquellas bellas revueltas, hace ya más de medio siglo (esto no me rejuvenece).
ResponderEliminar¿Pero hay algo en lo que no haya participado o algún sitio en donde no haya estado este 1000Pessoas?
EliminarHenri también burló esa noche la vigilancia de su dueño y pudo ser visto paseando por las plazas de GHI, atestadas a esa hora de todos los sonámbulos del hotel. Fue en una de ellas que se subió a una tarima y comenzó a entonar un extraño y alegre trino, como si llevara dentro una bandada de mirlos. El escándalo no despertó a los que caminaban dormidos, pero la calavera fue rápidamente atrapada por MW y devuelta a su habitación dentro de una pajarera.
ResponderEliminarCreo que yo también soy hija de Screamin'.
ResponderEliminar¿Es cierto que Screamin Jay fue bautizado con vino de cocodrilos en los pantanos de Louisiana?
ResponderEliminar¿Hackenbush también cuidó de la serpiente?
ResponderEliminarSolo hasta que decidió hacer con ella un precioso clutch para su Lady.
Eliminar¿Y cómo es que lo vimos subirse al tren con ella al cuello?
EliminarSería un fular.
Eliminar¡Pero mira que la gente pregunta chorradas!
ResponderEliminarEs asombroso cómo han manipulado el concierto para que no se aprecie que fue celebrado en GHI. ¡Incluso atreverse a dar cómo fecha el remoto año 1990! ¡Y haber mutilado la preciosa presentación de Lady Hackenbush
ResponderEliminar¿Podrían decirnos cuándo van a tener cuartos libres? Es que me han dicho que no hay en GHI ni un solo caso de COVID.
ResponderEliminarGHI está hecho a prueba de bombas. El propio SJH, al leer en nuestro tren lo que estaba ocurriendo por el mundo, regresó para quedarse entre nosotros: "Si aquí me despedí artísticamente y aquí hice tan buenos amigos, aquí me quedo a pasar el resto de mis días".
EliminarSolo que tenemos el hotel repleto y ya nadie quiere marcharse. Reservas solo para enero de 2021.
Por último informamos de que el prestigioso Dr. Hackenbush,en cerrada pugna con los científicos chinos, está a punto de alcanzar el gran milagro.
Como siempre, faltan informaciones en este boletín de GHI. Nada se dice del espectáculo de la Mujer Araña, que antecedió a la irrupción de Screamin'. Yo lo encontré sensacional.
ResponderEliminarTampoco entiendo por qué no se emite un comunicado oficial sobre la llegada en paracaídas a la playa de GHI de Gregory Arkadin, quien pilotaba una avioneta que todavía está dando vueltas allá arriba.
ResponderEliminarSé de buena fuente que Mr. Arkadin ha intentado comprar GHI, pero que la señora Hackenbush le ha dicho que nanay de la China.
Lo que sí ha conseguido es hacerse un palacio que ni Kubla Kahn, sobre el acantilado. Buen negocio para GHI, pero con un vecino que puede traer problemas.
¿Pues no pensé que este Mr. Arkadin era el mismísimo Bertholoff cuando lo vi anoche asomado al balcón?
EliminarLo que me parece sospechoso es que la Mujer Araña y el Sr. Arkadin hayan coincidido en este hotel.
ResponderEliminarParece que va a ser difícil contener a Quinlan, empeñado en saber qué es lo que pasa en el palacio del acantilado. Ya se le ha dicho que no es de su jurisdicción, pero no entra en razones."Ese barbudo no gusta nada", es lo único que responde, con enojo.
ResponderEliminarSolicito a la Dirección de GHI que se me permita compartir habitación con el gran Screaming. Si le preguntan, aceptará encantado porque, desde que nos conocimos en los tejados de París -él perseguía a Henry; yo huía tras uno de mis exitosos atracos-, hemos pasado apasionadas noches tanto el Hotel L´Aiglon de París, donde coincidimos con nuestro amigo Luis Buñuel, como en el Hotel Carrera de La Laguna Estigia Ponzoñosa y en la habitación número 5 del Hotel Oriental de la isla de Lancelot, donde bebimos largos sorbos de absenta con el autor de “El crimen de Agustín” . Alojarnos juntos en el GHI será, así, un lujo para todos. Saludos y hasta pronto, Irma Vep.
ResponderEliminarQuerida Irma Vep: Tienes a tu disposición el cuarto de Screamin’, que en un dos por tres él ha convertido en un museo de locura. Es un honor para nosotros recibirte como huésped. Besitos y te esperamos.
ResponderEliminar¡Pobre viejo Quinlan! Obsesionado con Arkadin y le aparece ahora la ladrona de hoteles por excelencia. No le va a quedar otro remedio que aliarse con los sabuesos clásicos, que desde su llegada, por cierto, no disparan chícharo, y ni han sido capaces de descubrir la identidad de ese estúpido que firma con mi nombre.
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