Keef se pasa a GHI

Keef, en plena actuación insolada

Ayer por la mañana muy temprano, a la hora a la que nuestros huéspedes todavía estaban yendo al comedor para el desayuno, provocó un alboroto en la recepción de GHI un veterano señor que quiso registrarse de incógnito llevando como único equipaje una guitarra Fender Telecaster dorada, más antigua, incluso, que él.

–Lo siento, señor -lo retuvo el recepcionista-, pero debemos preguntarle cómo es posible que se encuentre en su poder la famosa guitarra Micawber.
–Capto sus deseos de alardear de profundos conocimientos sobre las estrellas del rock; pero debo decirle que esta guitarra es mía, caballero. Nunca ha pertenecido a otro.
–¡Lo siento, Mr. Richards! ¡Nadie nos había advertido de su llegada!

¡En efecto, Keith Richards se encuentra ahora alojado en nuestro hotel! Por lo visto, enterado de lo bien que le iba aquí a Screamin´ Jay, ha preferido pasar la cuarentena en nuestras instalaciones; a pesar de que en su fabulosa mansión de la cálida isla caribeña de Parrot Cay ya se encontraba a salvo.


Avanzada la mañana, paseaba ya con nuestra Gerente, a quien, además de palabras, le dedicó la tierna canción “Start me up”. Lady Hackenbush, agradecida, correspondió a las atenciones del viejo juglar con una guitarra decorada con calaveras, además de una pistola y una daga: la famosa Macabre, fabricada por el Pirata Zemaitis. Esta guitarra, que se consideraba desaparecida en un incendio ocurrido en 1978 en la casa que el músico tenía en aquel entonces en Los Ángeles, se la tropezó la Gerente de GHI, sin embargo, olvidada en las estanterías que su consorte ha venido abarrotando en las cuadras de GHI con el producto de la rapiña que continúa manteniendo sobre la caverna de las estalactitas, donde AA escondía sus trofeos.

Macabre, junto a las maletas de Keef

Luego, durante la tarde, se instaló a toda prisa una tarima entre las ramas del laurel de indias más grande, el que preside los jardines de GHI, para que todos los huéspedes de nuestro hotel no se perdieran la actuación que el sagaz guitarrista iba a dar por la noche. A las nueve en punto, ya estaban todos sentados para la cena de gala.

–Querido público, estoy muy agradecido por este recibimiento. Compruebo, viendo sus caras saludables desde mi improvisado templete, que este es el único reducto que queda ahora mismo en el mundo para defenderse de la invasión de los virus. Sin embargo, no estoy aquí por esa razón; fumar las cenizas de mi padre, no solo fue una declaración de amor filial, sino que me proporcionó la inmunidad total frente a cualquier contingencia fisiológica. Quiero que sepan que mi deseo de hospedarme en GHI está motivado por la garantía ofrecida por mi gurú de que me encontraría aquí con el mismo sueño creativo de mi juventud, el que me dictaba los riffs de mis canciones. Por eso, también, les agradecería que me permitieran despedirme de ustedes tocando esta única canción.

Y cantó de nuevo “Happy”, su canción del disco Exile on Main Street. Y Lady Hackenbush lo ayudó a bajar entre los vítores del público, antes de que se cayera, y lo condujo hasta su suite. Y solo llevaba su guitarra Micawber.

El benjamín de Keef ha formado recientemente un grupo
con Armando Azar Jr. y las Devil's Daughters

Comentarios

  1. Me inquieta esa foto de Keef Jr. ¿Es que está entre rejas?

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    1. Quien debería estar entre rejas eres tú, por falsario y por farsante.

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  2. Me parece a mí que, en cuanto a guitarras, este señor no tiene ni idea. Todo el mundo sabe que la mejor guitarra es la Tizona.

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    1. ¿Pero cómo es posible que GHI permita la publicación de semejantes sandeces?

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  3. Lo que GHI no debería permitir es la publicación de insultos. Señores, ¡un poco de nivel! Pase con el Viejo Argonauta, pero con José Duna... Un símbolo de la poca exquisitez que resta en nuestro tiempo ¿y no tiene otro comentario que hacer?

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    1. Ese señor Duna es un tapado. Los ESGUI ya lo estuvimos investigando antes de que Mr. Quinlan tomara las riendas de la seguridad de GHI, pero no pudimos probar nada.

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  4. Pronto van a saber ustedes cómo yo pruebo todo lo que haga falta. Y ese fatuo del acantilado que se prepare.

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  5. Me gustaría saber si realmente el Sr. Quinlan es tan avieso y oscuro como lo pintan. Ayer lo divisé en la playa recolectando conchas. Las cogía, las soplaba y limpiaba con una delicadeza difícil de imaginar para unos regordetes dedos más acostumbrados a apretar, se supone, el gatillo de un revólver. También lo he visto dar largos paseos haciendo ramilletes con las margaritas silvestres que va encontrando. En fin, se le ve tan adorable y manso...

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    1. ¿Estará Quinlan enamorado... de quien todos sabemos? ¿O quizás forma parte de su estrategia de despiste del personal?

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    2. Pues no es buen asunto que el jefe de Seguridad ande tan alelado. Precisamente hace unos días se registró en Recepción el mismísimo Iván Dragomiloff y, hasta la fecha, ninguno de sus hombres ha interrogado a este individuo sobre los motivos de su estancia. Este Hotel se está convirtiendo en un coladero y mientras el Sr. Quinlan enamoriscado.

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  6. ¡Qué poco me conocen quienes escriben estas tonterías! Yo enamorado, solo de mi trabajo. No olviden que mi libro de cabecera es Poesías de Isidore Ducasse:
    “El fenómeno pasa. Busco las leyes.”
    “Para conocer las cosas, no es preciso conocer el detalle. Como este es limitado, nuestros conocimientos son sólidos.”
    “La circunspección es el aprendizaje de los espíritus.”
    “El juicio es infalible.”
    “No hay nada incomprensible.”
    Así que déjense de especulaciones. Al tal Dragón y Loff lo tengo calado desde que hizo su reserva hace un año. Mi única preocupación por ahora, aparte Armando Azar (preocupación crónica para cualquiera), es el barbas del Acantilado, porque esa zona está fuera de mi jurisdicción, pero hasta eso puede mudar pronto.

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  7. Gracias, señor Quinlan, con usted nos sentimos en total seguridad.

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