Isla del Más Acá

Costa de la Isla del Más Acá

Querida H 11,

Te escribo desde la Recepción de tu admirado Hotel. En mi vuelta subterránea al mundo decidí hacer un alto en el camino para venir a verte, pero ya me han informado de que te encuentras pasando una temporada en una isla remota, enfrascada en un experimento de flores comestibles. Seguro que son carnívoras.

No me extraña que hayas establecido tu hogar en este imponente edificio, aunque el servicio me está pareciendo algo lento. Llevo día y medio esperando a que me den la llave de la habitación que aún está en la forja, por lo visto, a la espera de un último remate.

Es una pena que no estés. Me hubiera gustado compartir contigo alguna de las peripecias de este viaje que he emprendido. Conociendo tu gusto por lo mortuorio, sé que te encantaría saber de mi anterior parada. Di con ella por accidente cuando mi cámara de infrarrojos detectó el calor de centenares de cuerpos situados a más de diez metros bajo tierra. Más tarde supe que se trataba del cementerio del lugar.

Decidí ascender y después de un rato adaptando los ojos a la luz que parecía irradiar de varios soles juntos, pude ver las casas blancas de la isla.

Hace varios siglos, cuando el número de muertos superó al de los vivos, la pesadumbre encogió el corazón de todos los habitantes. Fue entonces cuando decidieron firmar un pacto con Manat, la Vigilante de Tumbas, quien dispuso que los muertos pudieran salir de sus ataúdes y volver a las casas de familiares y amigos desde las 00:00 horas hasta las 07:00 horas y que los vivos hicieran lo propio ocupando las tumbas de sus seres queridos. En este intercambio jamás se pueden encontrar; para eso cada grupo va por calles diferentes. Si por error, un vivo y un muerto coincidieran, se convertirían en cal, que después es aprovechada para el revestimiento de las fachadas. A la hora prevista, los muertos vuelven al cementerio y los vivos a sus casas. Lo que sí está permitido es dejarse mensajes o pequeños presentes.

Este es el origen de la Isla del Más Acá, antes conocida bajo el nombre de Siwepalarhupak, en honor a su rey, la tierra donde los muertos van y vuelven.

En nuestra ronda por el pueblo, vimos más de veinte comercios de ropa confeccionada exclusivamente para enterrarse. Estas tiendas de mortajas exhiben en sus escaparates lujosos vestidos (te envío la foto de una de ellas), más apropiados para ser lucidos en una fiesta que en un sepulcro. Tú te pondrías alguno de ellos.

También llamó nuestra atención la abundancia de pequeños jardines bohemios y de las mujeres oscuras que los pasean. Siempre caminan de puntillas (por lo visto es una peculiaridad de las mujeres de la isla), lo que ha supuesto que se les desarrollen unos gemelos formidables.

El idioma que se habla es el elamita, si bien, poco a poco se está imponiendo el manatí, que es el propio de los muertos.

¡Mira!, tengo ante mí a MW que sostiene un cojín ricamente bordado sobre el que descansa la llave incandescente de mi habitación.

Tengo que dejar de escribirte (por el momento). Espero que esta carta te llegue y que por muchas flores de loto que te hayas comido sigas recordando quién soy. Si no fuera así, me volveré a presentar.

¡Saludos dichosos e insolados!

Escaparate de Modas Bella Infinita

Comentarios

  1. Nuestras llaves son forjadas en persona por el Dr. Hackenbush. De ahí el retraso, ya que se encontraba asistiendo a las presentaciones del poeta José Duna.

    ResponderEliminar
  2. Sí, me acuerdo de este señor, aunque no de su nombre. Fue en las Catacumbas de Palermo, ante la momia de La Niña Durmiente. Me dijo que llevaba días mirándola para comprobar si de verdad parpadeaba. Entonces me acordé de MW, a quien tampoco he visto parpadear, y le hablé sobre él y sobre GHI.
    Pero no me gusta este individuo. No me pareció de fiar en aquel momento y ahora menos.
    Desde aquí hago un llamamiento al Cuerpo de Élite de Seguridad para que no le quite ojo.

    ResponderEliminar
  3. Quizá no sea este foro el lugar apropiado, puede que tampoco sean estas formas las exigibles para un caballero como yo; pero como vasallo de Lady Halcón, me gustaría quejarme aquí de que a mi dama y a mí también nos está vedado el reencuentro. Estoy condenado a ser lobo cuando ella es mujer y a ser caballero cuando es mi lady halcón. Y así, no hay manera.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. En GHI disfrutamos durante los meses de invierno del sol de medianoche, siendo el día la noche y la noche el día. Puede ser esta una buena oportunidad para reencontrarse.

      Eliminar
    2. Gracias, ahora mismo voy a avisar a Gastón.

      Eliminar
  4. Hola, soy uno de los muertos de Más Acá, tumba 566, epitafio "Aquí está uno que no quiere estar aquí".
    Como el anterior anónimo, tampoco sé si este es el sitio adecuado para hacer esta petición pero voy a aventurarme. Yo y un grupo de cinco muertos más planeamos fugarnos de la isla y vista la publicidad que se nos ha dado en este medio pues hemos pensado pedir asilo en GHI; a cambio podríamos colaborar en las tareas de mantenimiento del hotel.
    Quedamos a la espera de una respuesta.
    Gracias y saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Como representante del equipo de limpieza y mantenimiento (ELM) de GHI, quiero enviar a ese sexteto de muertos una franca bienvenida; pero que sepan que poco hay que limpiar ya aquí: a ninguno los cuadros modernos que están colgados por todo el establecimiento les queda ya ni una sola mancha.

      Eliminar
    2. Bueno, siempre pueden entrar como auxiliares del Dr. Hackenbush, que no da abasto para tantas tareas como acumula.

      Eliminar
  5. GHI ya proyecta para este verano una estancia fugaz en Isla del Más Acá. Quien único la conoce de nuestro Hotel es el señor Milpessoas, y nos ha dicho que vale la pena hacerle una visita, que aprovechará para saludar a viejos amigos ya fallecidos.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario