—Buenos días. ¿Puedo atenderlos?
—Buenos días. ¿Puede atendernos?
—Buenos días. ¿Tienen ustedes una reserva en nuestro hotel?
—Buenos días. Oiga, tenemos una reserva para diez personas a
nombre de Policarpo Pacos.
—Déjeme ver. Bien, señor, aquí está: Policarpo Pacos. Solicitó
usted una reserva de cuatro habitaciones.
—Ahora no quiero pedir una cuatro estaciones. Sepa usted que hemos
desayunado hace nada. Mejor nos da primero alguna información sobre el
congreso.
—Ciertamente, este fin de semana se celebra en nuestras
instalaciones un congreso de poesía.
—Sí, sí, soy policía. Bueno, todos nosotros somos policías,
policías jubilados; pero nos gusta estar al día. Aquí el compañero Estupiñán
oyó la convocatoria por la radio y hemos venido a presentar nuestros trabajos.
—¿Así que ahora los jubilados se dedican a escribir poemas?
—Sí, eso es. Lamentablemente, tenemos muchos problemas. Y queremos
que se conozcan.
—Esperen un momentito, señores. Lalo, encárgate de atender a estos
vates jubilados, y de su equipaje; pero que vayan primero a la Sala de
Proyecciones, que ya llegan un poco tarde.
—Por aquí, señores, acompáñenme. Han llegado a tiempo para la
inauguración.
—¿Pero es que vamos a entrar así, con ropa de paisano? Nosotros
habíamos pensado pasar primero por nuestras habitaciones y cambiarnos; no resultará
adecuado que vayamos vestidos de esta manera.
—No se preocupen, los señores. La inauguración del congreso es un
acto realmente informal.
—Pero entonces, ¿tenemos o no tenemos que ponernos los uniformes?
—Apenas serán unos minutos. Las maletas, déjenlas aquí, junto al
ascensor. Yo me encargo de subirlas a sus habitaciones.
—Está bien; pero no vayan a perderlas, que dentro guardamos
nuestros uniformes de gala.
—Pierdan cuidado. En nuestro hotel, nunca se ha perdido nada.
—¡Eso lo dirá usted!
—Ya hemos llegado. Nuestra Sala de Proyecciones cuenta con 5.000
localidades.
—¡Qué grande y qué oscuro está esto!
—Con la llegada de los señores, el aforo está completo. Su sitio
está aquí, en la última fila. Luego los vendré a recoger para mostrarles sus
habitaciones.
—¿Y no va a decirnos antes de irse quiénes son los ponentes? Menos
mal que no llevan uniforme.
—Son el señor y la señora Hackenbush, que están ofreciendo la
bienvenida a los poetas.
—¿Que van a ofrecer luego unos petas? Estupiñan, ¿no te habrás
equivocado de congreso?
—La parte contratante de la primera parte es parte de la parte
contratante de la segunda parte. Y la parte contratante de la segunda parte es parte
de la parte contratante de la primera parte.
—¡Ay, cariño, qué cosas tan poéticas me sabes decir!
—Más poético, querida, es ver que no hay nadie entre nuestro estimado
público que no sea poeta. Para no desentonar en este congreso, yo también he
intentado ser un cantor, y he notado que me salía sin querer una postura de
cantor, que con el tiempo se iba volviendo cada vez más rígida, y he notado,
además, que a pesar de mi mediocridad como poeta, me iba hinchando de manera
apocalíptica, mientras problemas insignificantes cobraban una importancia
desorbitada. Estimado público, caballeros, disculpen si los llamo caballeros,
pero es que no los conozco muy bien; realmente resulta bastante divertido vernos
a todos juntos en un congreso: ¡qué multitud de seres más peculiares!
—Ay, cariño, qué cosas tan inadecuadas sabes decir. ¡Ya has conseguido
que nos quieran linchar!
—Huyamos, querida. Mejor nos vamos a ver las carreras. ¡Es la
guerra!
Me quedo en ascuas: ¿Lincharon a los Hackenbush? ¿Hubo al final Congreso? ¿Qué poetas estaban? ¿Asistió José Duna?
ResponderEliminar¡Esto, ni puede llamarse congreso ni, tampoco, de poesía! Me parece inaceptable que la dirección de GHI permita el choteo constante al que ese señor expone todo lo habido y por haber. ¡Y se atreve nada más y nada menos que con la Poesía! ¡Menos mal que no me invitaron!
ResponderEliminar¿Pero a quién se refiere José Duna? ¿A Hackenbush o, dada su paranoia, a Armando Azar?
EliminarComprendo la indignación del gran Poeta. Si es Hackenbush quien ha organizado esto lo ha hecho como quien organiza un congreso de fabricantes de churros.
ResponderEliminarLo asombroso (o vergonzoso) está en todos esos poetas que se prestan a tan triste espectáculo tan solo porque les pagan el viaje y el alojamiento, aunque sea en el mejor hotel del mundo.
ResponderEliminarLo único que hubo ahí de poesía fue la señora Hackenbush.
ResponderEliminarY la conducta más inteligente, la del propio Hackenbush marchándose al hipódromo de GHI. Ojalá hubiera hecho yo lo mismo.
ResponderEliminarCreo que Hackenbush hubiera hecho mejor quedándose para pasarle consulta a todos los que se subieron al estrado. Algunos, más que leer versos parecía que relinchaban. Hubo también mucho poeta tartamudo ("la / luz / la tin- / ta / la / luz").
ResponderEliminarLos hubo también que croaban. Pero yo me pregunto cuáles han sido las verdaderas razones de que Hackenbush haya convocado este bochornoso congreso. ¿Tan solo para desacreditar a la clase poética?
ResponderEliminarEl contraste entre estos pastores de palabras y los músicos de jazz ha sido más que aparatoso.
ResponderEliminarLa iluminación era pésima y había mucho ruido. El nieto de Pablo Neruda estaba completamente borracho cuando leyó la oda a su abuelo. Esperemos que GHI no vuelva a organizar eventos como este. Con razón que casi ni lo anunciaron.
ResponderEliminarAl final, Pedrito Neruda confesó que había bebido. Ya en el tren la armó, por lo que no se le debió permitir la entrada al recinto del Congreso. Así pasó lo que pasó.
EliminarQuiero agradecer la multitud de elogios y felicitaciones que he recibido por el éxito de este Congreso. En verano haremos otro. Ahora estoy preparando uno de hackers y otro de azafatas de Ryanair.
ResponderEliminar¿Pero este Hackenbush no lee los correos, o nos toma el pelo?
EliminarEn efecto, se armó allí la marimorena, pero Hackenbush ya había hecho mutis por el foro. Me han contado que José Duna estaba afuera con un megáfono. Yo preferí huir por la azotea.
EliminarHola, soy Pedrito Neruda. Aunque confieso que había bebido, mi lectura de la "Oda" fue bastante lograda. Lástima que los críticos la hayan considerado poesía de denuncia social, cuando solo era un ajuste de cuentas con mi abuelo, que era un pelmazo. De resto, el público se portó bien conmigo, y por la noche la señora Hackenbush me dijo que se había emocionado, aunque ahora que lo pienso me parece que ella ya se había marchado.
ResponderEliminarMe enteré que Hackenbush estaba en el hipódromo y un bromista lo llamó para decirle que el CP estaba siendo un rotundo éxito, cuando el caos reinaba dentro y fuera del recinto. Los más optimistas pensaron que aquello era una vuelta al dadaísmo.
ResponderEliminarLa confusión de informaciones procede de que, ANTES de la inauguración del Congreso por parte de Hackenbush, Pedrito Neruda, que llegó borracho, juzgó que ya todo había comenzado y se subió a la tarima para declamar la oda al majadero de su abuelo. Eso forzó una cadena de errores, con el poeta tartamudo ("la / luz / la / tin- / ta / la / luz"), el poeta-caballo y el poeta-rana, aparte un par de ellos más, interviniendo de manera lamentable antes de la llegada de Hackenbush.
ResponderEliminarHola, he oído otra versión, según la cual Hackenbush, que no ama mucho a los poetas, llegó voluntariamente tarde, como aquella famosa noche en la ópera. Al oír al poeta tartamudo ("la / luz / la / tin- / ta / la / luz"), juzgó que aquello ya estaba en las últimas y se apresuró a entrar dando palmadas. Pero luego lo obligaron a hacer la presentación y, ante la perspectiva de tener que aguantar a tanto poeta, insultó a la audiencia y salió pitando para las carreras.
Eliminar¿Pero al final la poesía es un lujo de burgueses y burguesas, o debe ser hecha por todos y por todas?
ResponderEliminarYa estamos viendo cómo se degrada esta lista de comentarios. Yo le rogaría a GHI que, haciendo uso de sus facultades, cerrara esta tragicómica entrada de su boletín.
EliminarPues yo lo encuentro todo muy instructivo. Se han podido ilustrar a la perfección los extremos a que ha llegado la poesía actual.
EliminarLa muestra del fracaso de todo esto está en la ausencia de un gran poeta de todos los tiempos como es Don Fernando Mil Pessoas, quien ni participó en el Congreso ni se ha dignado dedicarle ni una sola línea.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo. Si el poeta de todos los tiempos lo ha ignorado, es que ese Congreso de Poesía fue una mierda.
EliminarNo, señores. Digan lo que digan del CP, y de su distinguido organizador o presentador, el Dr. HZH, la avalancha de reacciones que ha bloqueado las redes sociales (superando en impacto hasta a la noticia del reciente incendio de una famosa iglesia) demuestra que ha sido todo un éxito. Puede que nunca antes la Poesía haya galvanizado de esta manera a las masas, en un plano incluso mundial.
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